Éramos un pueblo tranquilo, como tantos otros… hasta que la guerra llegó a nuestra puerta. No hubo lugar donde esconderse… Nadie sabía de dónde surgieron, pero lo único que quedó claro fue la masacre y la competición por quién era el más sangriento. Los clanes bárbaros de los Skulde decidieron que esa tierra ahora les pertenecía, y nadie pudo decir lo contrario. Los pocos que sobrevivieron, al ver toda la tierra arrasada y pasada a cuchillo, decidieron embarcarse hacia la incertidumbre del mar: era el único lugar donde no les podías encontrar. Tras un durísimo viaje de meses, aquellos que apostaron su vida contra el mar ganaron, pues avistaron un continente desconocido que denominaron las Tierras del Hierro, debido a que sus imponentes colinas y montañas eran ricas en menas de este material. El mineral más preciado de todos es el hierro negro, que cae de los cielos y se cree que se forja en las estrellas. Los maestros herreros consiguieron dominarlo tras mucho ensayo y error, creando armas y armaduras de altísima calidad y durabilidad que apenas se desgastaba al contacto de otras armas más mundanas.
Aquellas tierras parecían deshabitadas, pero había indicios de que no eran los primeros que las pisaban. Antes que el pueblo del Hierro, incluso de los primeros nacidos, alguien -o algo- vivió en estos lares. Se encontraron vestigios y ruinas antiguas de este pueblo desaparecido por todas las Tierras del Hierro. Nadie conoce su procedencia, su poder, ni si tienen algún significado. A día de hoy, siguen siendo un misterio.
Los años fueron pasando, y las generaciones siguientes fueron evolucionando los asentamientos. Los núcleos de población empezaron a vivir en comunidades llamadas círculos, los cuales variaban en tamaño: desde haciendas con unas pocas familias hasta pueblos de varios centenares de habitantes. Algunos círculos son de tradición nómada; otros se han hecho poderosos absorbiendo y reuniendo a comunidades más pequeñas. El comercio basado en el trueque es el método principal, aunque de vez en cuando también hay peleas (incluso guerras locales).
Cada comunidad tiene su propio líder, al cual se le denomina supervisor. Una vez cada siete primaveras, el pueblo revalida al supervisor en el cargo o elige a otra persona. Su símbolo de poder es una corona de hierro.
Los custodios son nuestros soldados, centinelas y milicia. Sirven a sus comunidades como ejército regular, encargándose de las guardias, patrullando las tierras circundantes y organizando las defensas en tiempos de crisis. La mayoría tienen vínculos fuertes con la comunidad. Luego están los custodios libres, que son personas que ejercen como mercenarios errantes y que se ofrecen para servir a una comunidad o proteger las caravanas durante sus trayectos.
La magia es rara y peligrosa, pero hay un puñado de gente que tiene el don y es capaz de esgrimir su poder. Muchos son los dioses que habitan estas tierras. Se dan a conocer a través de portentos y milagros. Hay quien dice que incluso caminan en secreto por la tierra. Los sacerdotes y sacerdotisas transmiten su voluntad y ejercen gran influencia en numerosas comunidades.
Los primeros nacidos son cosa de las leyendas. Se dice que hay supervivientes de las primeras tribus que aún habitan en las profundidades de los bosques y en las montañas más altas y recónditas, pero casi todo el mundo cree que los primeros nacidos nunca fueron más que un mito.
Las bestias de antaño también son mitos. Quienes se han internado en los profundos bosques y en las grandes montañas a veces han regresado con historias increíbles sobre criaturas monstruosas, pero está claro que no son más que alucinaciones. No existen tales cosas.
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